Mi Mr Big particular

El otro día estaba viendo por quintuagésima vez los capítulos repetidos de Sexo en Nueva York. Es lo que tiene el canal Cosmopolitan, q lo pones y te encuentras o Embrujadas o a Carrie Bradshow and company, no falla. Pues q claro, cuando ya has visto el mismo episodio seis veces y te sabes los diálogos (y los vestiditos) de memoria te pones a analizar el intrínseco de la serie y, como una pánfila, caes en la cuenta de q tu vida se parece a la de la rubia teñida esa, variando en que yo me pongo mechas por todo el pelo y así, cuando me lo recojo, no se me ve el bicolor que lleva ella a veces en la cabeza. Pues q sí, que la nena acaba con Mr Big, pero claro, cae de cabeza. Es lo menos recomendable del mundo, q sí q es buen negocio, pero no acaba de comportarse como ella (ni como nadie) quiere. Pero por mucho q intenta pasar de él se acuerda de él. de sus conversaciones, de esa media sonrisa, de los detalles que tenía, aunque fueron la mayor memez del mundo. Y una cae en la cuenta de q no es la única. q todas tenemos nuestro particular Mr Big, que cuando consigues olvidarte de él, cuando eres feliz a rabiar o has encontrado al q puede ser el hombre de tu vida se te aparece en la cabeza esa media sonrisa de tu Mr Big particular y te quedas por los suelos. De nada vale la terapia de choque, ni los helados de chocolate q te zampaste para olvidarlo, ni no pasar por donde sabes que puede estar o darte la vuelta cuando ves un coche que puede ser el suyo, aunque la curiosidad te haga mirar por el rabillo del ojo. Es como una maldición que no se va nunca ni te deja en paz. Claro que no a todas les pasa como a Carrie, que después de cinco años Mr Big la va a buscar a Paris y la rescata de las garras de otro hombre. El sueño de todas las mujeres, aunque que leñes, para q te rescaten primero tienes que irte, no?