sábado, 14 de junio de 2008

Niños prohibidos en los centros comerciales

Adoro a los niños. Debe ser por eso de ser la mayor de toda la familia, incluso entre los hijos de los amigos de mis padres. Me encantan los críos y cuanto más trasto sean mucho mejor, pero hay un sitio donde los aborrezco y, aunque no quiera, se me nota por la cara q pongo. Es en los centros comerciales.
El viernes, no me apetecía hacer nada, así q al mediodía me fui de compras y como tenía el día de gracia me fundí casi 300 euros en una hora. Increíble, pero cierto, pq la pieza más cara fue un chaquetón de 59euros, así q os podeis hacer a la idea de la cantidad de bolsas q llevaba camino del coche.
Como tenía tiempo de sobra entré a probar suerte en Zara. Andaba echando un vistazo, con el ipod puesto a todo el volumen q da, cuando algo me sacó de mi mundo: un niño berreando. Sí, sí, nada de llorar por algo, sino el típico berrinche por nada, q no escuchaba a Sabina solo los quejidos del crío. Después descubrí q la mamá del niño estaba buscando ropa en la tienda y había dejado al niño, de silla, con su abuela q se dedicaba a dar vueltas por la tienda, todo lo lejos q podía de su hija para no molestarla.
Y me parece muy bien, pero si no quiere molestar a la madre de la criatura con el lloriqueo, pq tengo q sufrirlo yo? No lo entiendo, la señora venga a dar vueltas y vueltas entre la ropa sin mirar absolutamente nada, solo pasando el tiempo. Además, eran poco más de las cuatro y para q os hagais una idea de la gente q había en la tienda baste decir q el número de empleadas duplicaba al de clientas. Pues nada, la señora por allí paseando a la criatura y sin mirar pa' ella y tratar de tranquilizarla, q me parece lo mínimo, sino como si con ella no fuera la cosa.
De verdad q me encantan los niños, son monísimos, pero hay sitios en los q deberían estar prácticamente prohibidos. Puede sonar un poco extremista, pero no os podeis hacer a la idea lo q es estar en un mini probador de Zara (q no sé pq cada vez los hacen más pequeños) tratando de decidir entre ocho prendas y oyendo berrear a un crío a dos metros de ti, q de lo q te entran ganas es de coger la chaqueta y ahogar al niño y a la abuela con ella. Y claro, como consecuencia solo me compré dos cosas en lugar de ocho.
Desde aquí hago un llamamiento a Amancio Ortega y al resto de dueños de tiendas para q lo analicen desde el punto de vista del negocio, q es lo q a ellos les interesa, y se planteen instalar mini guarderías insonorizadas (esto es muy importante!!) a la entrada de las tiendas, para beneplácito de las compradoras.

2 comentarios:

Si me dices serie,... dijo...

Mira la parte buena, te gastaste 300 euros en ropa y no compraste mas porque te molestaba el crio. Gracias a ese niño ahora tu tarjeta no esta temblando.... eres tu que siempre dramatizas las cosas... jajajaja

(pero a parte de eso, te entiendo, ademas que con la altura que tienen te salen de cualqueir lao´, como por ejemplo de entre unas perchas.
Que tu estas tranquilamente mirando pantalones y de repente cuando te cae uno en ese mismo instante oyes algo gritar... ¿el pantalon que se queja?
te quedas con cara de vaca cuando ven pasar el tren, sin saber que hacer, y cuando por fin te decides a agacharte a coger el pantalon y si te muerde, oye pues mira, mala suerte, de pronto, te sale una cria chillando de entre las perchas que casi te de un cabezazo)


... no es que me pasase, simplemente lo oi a alguien..... ¿cuela?

Dani ß dijo...

Dry Martini, por fin lo comprendí. Y sólo comprendí que es la bebida de los periodistas después de probarla.

Tomé uno de esos hace poco; uno es suficiente para volver riéndose solo a casa, después de que te hayan caricaturizado para poner como diapositiva en un trabajo de clase.