miércoles, 15 de julio de 2009

El destino o mi mente ociosa

¿Creeis en el destino? Yo no, pero me gustaría pensar que sí existe. Soy de las que no se creen las cosas hasta que lo tienen delante, así que hasta que el destino haga algo digno de ser tenido en cuenta haré como que no existe. Sin embargo en las últimas semanas he sentido una especial atracción por el mundo británico y todo lo que le rodea. Lo único que me falla es que no soporto a su Familia Real, salvo el príncipe William, of course, pero por lo demás adoro esas islas casi más que a esta propia tierra. Y claro como una tiene poco en lo que pensar en los últimos días, si no contamos cómo cuadrar el enésimo cambio de vacaciones y descansos de la sección, pasa por su duodécima crisis existencial del año y se plantea cosas tales como pirarse a vivir al Reino Unido, lo que obligatoriamente vendría asociado con mejorar bastante el idioma.

Como soy demasiado planificadora pues nunca llegaré a hacerlo en serio, pero últimamente me abordan las señales que me incitan hacia el Reino Unido. No sólo cuenta que en los últimos cuatro meses haya viajado a Londres y Escocia, ni que todo lo que veo, leo u oigo últimamente está relacionado con Escocia, sino también que la televisión me bombardea con la emisión de Love Actually. No sé porqué (bueno sí lo sé, pero no viene a cuento) pero me encanta esa peli. No sólo aparece Londres, sino también Hugh Grant, Colin Firth (su historia de amor con una mujer con la que no se entiende porque no hablan el mismo idioma es de las más bonitas que he visto en mi vida) y un pequeñajo pelirrojo que hace que se me caiga la baba. Sólo falta mi highlander favorito (Gerald Butler) para que sea la película más perfecta de todos los tiempos. En lo que va de año he debido verla unas... ¿20 veces? concretamente una de ellas es ahora, porque en Cosmopolitan la han repetido por enésima vez. A ello hay que sumar que Easyjet y Visit Scotland me bombardean con anuncios sobre sus viajes. El otro día me crucé con un ciclista vestido con un maillot con la bandera de San Andrés y la palabra de Escocia en la espalda, ya he dejado de contar la cantidad de gaiteros escoceses que en apenas dos meses aterrizarán por la comarca y un sinfín de curiosidades más que, por suerte para mi salud mental, ya se me han olvidado.
No sé si es que el destino me llama a Escocia o sólo que mi mente está ociosa y, como no está acostumbrada, se busca ideas como estas para volverme loca no sólo de día, sino de noche (lo mío con los sueños empieza a ser una cosa preocupante). Y como además, ahora resulta que me he masterizado (ocho meses más tarde de lo que había previsto en un principio) eché a andar la imaginación y cuando me desperté me pegué un batacazo de los buenos. Mientras sigo dándole vueltas me piro al sofá de nuevo para ver el final de Love Actually y llorar como una macarena por vigésima vez. Seguro que no será la última. Y mientras tanto a pensar en uno de los lugares más bonitos que he visto en mi vida. Es una pequeña isla (la mayor pega que tiene es que sólo se accede a ella mediante barco) situada en el norte de Escocia llamada Iona y el destino ideal para ir a pasar unas vacaciones desestresantes: viendo el mar y las ovejas pastar.

1 comentario:

Si me dices serie,... dijo...

Para ver el mar y las ovejas pastando no te hace falta ir muy lejos jeje.

Y lo de perfeccionar el idioma no es ninguna pega, tengo una amiga de Galicia que un buen día se fue a Irlanda sin saber nada de inglés (sólo lo básico que aprendes en el instituto y poco más) y ya lleva allí cinco años, y no sólo eso, sino que trabaja como profesora de español.